5 años que no publicaba nada por aquí. Trato de retomar
la palabra como parte de lo que creo que es mi arte, mi vida. Trato y estos
tiempos llegan a ser esquivos. Me rodeo de esculturas inconclusas, proyectos
que se cubren de polvo. La inmediatez de lo cotidiano me deja sólo cortas
noches de creación en ese taller que visito al salir del trabajo. En ese taller
donde hay unos ojos de cuervo observándome cada noche.
Pero esas noches son mías. Por cortos minutos viejas
leyendas me acompañan a través de su música, sus imágenes y formas. Y con una
copa de vino charlamos sobre nuestras muertes y resurrecciones. De nuestras orfandades.
Poetas locos, pintores solitarios, lobos esteparios. Compañeros sin tiempo que
miran sobre mis hombros los dibujos y los textos que dejo en mi mesa cada
madrugada.
En ese taller siento que aún no me derrotaron.
Siento que aún es posible.
Sonido
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