Una bitácora de viaje, una estación necesaria.
Proyecto a modo de espacio en que puedo sacar, con dibujos y frases, a los demonios que tengo dentro.


Edmer Montes - Ojo de Cuervo





La Bohemia

domingo, 22 de noviembre de 2015







Ofelia, la poeta, no recuerda mi nombre. “¿El artista, vedad?” me pregunta. Asiento con la cabeza distraído y así parecer más profundo de lo que realmente soy (siento un molesto sabor a fraude entre mis dientes). Bebimos  juntos infinidad de veces pero ella aún no se recuerda de mí. Cómo hacerlo si siempre fui el chiquillo sin dinero rodeado (casi oculto) por los poetas del 90. Era el estudiante torpe de Bellas Artes que hacia dibujitos enfermos en los fanzines subterráneos.

Aquellos años ella era tan joven como yo, pero en medio de esa fauna traía locos a una docena de machos alfa. En los recitales danzaba junto a su pluma fuente y se apuñalaba en su sexo repetidas veces. Se prendía fuego y cantaba. La vi por primera vez así, menuda sombra que se perdía sobre el imponente escenario, la ninfa que le gritaba a su amante que no se detuviese en su ritual de sexo y dolor. “No pares” gemía una y otra vez, y los universitarios y las feministas festejaban con cada verso. “Sigue sigue” recitaba y los machos babeantes se extasiaban al unísono. En medio de ese bullicio pude ver fascinado a una chiquilla de mejillas rojas, que en medio de su éxtasis, lidiaba con una gota latente que se negaba a expulsar.  Fue en la facultad de letras, de la universidad más antigua de Latinoamérica, que Tánatos fabricó su musa de entre cadáveres. Se enamoró de una ficción.

Ahora Ofelia está sentada nuevamente junto a mí y decido, por fin,  contarle aquella historia de la primera vez que la vi. Me escucha sorprendida y esquiva la mirada. Se siente alagada, yo avergonzado. Pido una ronda más. “No recuerdo que nos conociéramos desde hace tanto” murmura. Notamos los años en nuestros rostros, nuestras heridas auto infringidas que no cicatrizan. Pensamos en nuestras familias que esperan en casa sin darse cuenta de nada.

Hay un incómodo silencio.

Ofelia sorbe un trago. Hace una pausa. Y sin esperarlo empieza a recitar el mismo poema de hace quince años. La escucho y esta vez soy yo quien se sonroja. Ella continúa. Los ebrios voltean la cabeza mientras Ofelia sigue declamando, sin inmutarse, sobre los amantes fugaces de un hotel de paredes raídas, versos cuan gemidos de un vacío inevitable, la pérdida  de la inocencia y el dolor perpetuo. Los amantes de espaldas sangrantes. “Sigue, sigue, sigue… no te detengas”. El orgasmo cercano a la muerte. Virginia emerge lentamente del río Ouse.

Los ebrios de las mesas contiguas vitorean y ella con media sonrisa baja la mirada. Sangra mi pecho. Estábamos rodeados de músicos, poetas, artistas, y todos ellos están vistiendo la misma mascarada de locos bohemios. Un bar mítico que seguía perdiendo irremediablemente sus brillos a causa de sus propias historias. “La fauna ya no es la misma tío” se oía decir a un viejo poeta. El bar de la vieja rocola de dos canciones por cincuenta centavos.

Ella está en silencio. Saco unas monedas y me dirijo hacia la rocola. Canciones, canciones, canciones. Tengo la mente en blanco. La sangre deja un rastro sobre el piso y me siento desorientado. Viene a mis espaldas la pérdida, el vacío. La muerte respira en mi nuca. Ofelia ya se ha ido del bar.

Torpemente elijo unos temas y regreso a mi mesa. Las botellas  vacías mojaron completamente mis dibujos. Suena el bolero, “La juventud se fue, yo ya no espero más. Mejor dejar perdido los anhelos que no han sido”. Casi no tengo dinero pero pido una botella más. Trato de dibujar su rostro pero rayo las hojas sin darme cuenta, en un movimiento cada vez más inquebrantable y violento que logro evitar. 

Mi bitácora, mi musa.
Ambas se destrozan entre mis manos.

sonido


PIEZAS

jueves, 29 de octubre de 2015




Sentado junto a ella  reconozco las pocas piezas de lo que fué nuestros cuerpos. Dejamos atrás pulmones perforados, dientes quebrados  y el cerebro en pulpa a causa de los ácidos. Vivimos en medio del hedor de a los cerros iluminados, bebemos entre lo peor de mi generación. En los rincones cantan pero pareciese que aullaran a cada herida de sus sueños negados, a sus virtudes paganas. Comparar las costras te hermana con las fieras. Ya no te aterran sus pupilas.

La noche persevera y  las culpas se diluyen en ron barato. El bar se presenta con un grito continuo que lo siento frio en la cara. Termino mi copa y mastico los vidrios. Ella se acerca sigilosa. El carmín barato de sus labios se confunde con mi sangre. Se para. Lanza un escupitajo veloz al rostro burlón que está detrás de mí. Un vaso se hace añicos en la frente del niño bonito.
La novia perfecta para un homicida en ciernes.


Sentados en la vereda la cubro con mi casaca, ella me pasa la botella. Dos serpientes expulsadas del Edén, dos serpientes que asesinaron a su mesías. Permanecemos callados. Nos levantamos y retomamos el camino hacia otro bar. Otro bar de mala muerte, que en medio de su inmundicia, dejaremos las siguientes piezas de nuestros cuerpos. 

Video

OCTUBRE

lunes, 5 de octubre de 2015





- ¿Cuánto tiempo piensas quedarte en el cuerpo de Regan?.
- ¡Hasta que se pudra y se convierta en heces!
the exorcist -  William Friedkin


Octubre me parece fascinante desde niño.

Veíamos en familia bajo un manto de oscuridad que cubría toda la casa, las ya clásicas películas de terror en una pantalla a blanco y negro. Los seres extraños y los locos homicidas rondaban las noches de octubre. Nadie salía del sofá por agua o por comida, ni siquiera para ir al baño. Lo oscuro se tornaba más imponente y voraz.  Aunque a decir verdad recuerdo que los chillidos de mis hermanas nos asustaban más que las  tramas.
Octubre, mi mes favorito.

¿Y quién promovía esas noches de susto y trauma?... Mi mamá.
¡Sí!, mi viejita es recontra Hardcore. Aunque es una mujer religiosa y devota, también es amante de “la sangre y la degollación” como dice ella. Enserio, esa frase es suya. Una madre que todo “engendrito” como yo soñaría tener. Y aún lo es.
Estas noches se queda tejiendo frente al televisor, sola, saboreando sustos y tenciones hasta la madrugada. La pantalla y ella, sin que nadie la moleste. Como debe verse una buena película.

Si bien mi  amor por el cine me lo inculcó ella, también fue causante de mis pesadillas infantiles. Digo, ¿qué madre en estos días le enseñaría a su hijo de 7 años “El exorcista” una noche de Halloween?
Ahora tengo en mi estante colecciones de cine de terror. Un friki con muñequitos de espanto que tiene su ritual de Octubre frente a la TV.   

Hace unos días estábamos junto a mi hermana hablando de cine y mi madre nos comenta:
- Anoche volví a ver esa película antigua de jovencitos que son perseguidos por un tipo grandote.
- mmm ¿Viernes 13?.... ¿Halloween? - dije
- Nooo.. – respondió- También tenía una máscara pero éste mataba con una motosierra.

Mi hermana y yo nos miramos. Mi madre había visto “Masacre en Texas” de Tobe Hooper.
La abracé y pensé: ¡¡Esta es mi viejita carajo!!


video

Viernes

sábado, 26 de septiembre de 2015


Pasan los días y Ofelia no cesa en sus ofensas malsanas. Reacciones para el imbécil arrogante,  para el muchacho del ego astronómico. Un artista mítico que en realidad es un fraude.

El bar está quieto, la bitácora con los dibujos ofensivos reposa junto al vino adulterado en el bar de mala muerte. Tanatos piensa en la dama que la espera en casa, en el lecho de intimidades profanas y de complicidades cotidianas y cuestionables. Se enfrenta a la mujer que lo aleja de la cicuta con una quieta danza, una danza sensual y triste.

Tanatos afronta un viernes a la compañera muerte. Se toma un trago con ella y conversan de lo inevitable. Conversan del día en que se tomaran de la mano para sortear las esperanzas ajenas y cantar susurrando sobre la libertad de la soga en el cuello, de la danza de lo ineludible.

Pide un trago.
Canta entre lágrimas.
Acepta el roce de la soga en un futuro no muy lejano.

Es el ultimo hombre.
Saborea la libertad.

Sonido

Ella

miércoles, 26 de agosto de 2015



Poco a poco la veo sumergirse en la infinita quietud de los días perdidos, entre los gemidos babeantes y rutinarios de su macho alfa y  del cabrón hijo de puta que la llevo de la mano al  jardín de espinas sin rosas. Testosterona cual azufre que infecta sus heridas.
Tiene la mirada de muñeca rota y no se da cuenta. Tiene los sueños en luto y no se da cuenta.  Un monje converso de espalda sangrante.
Cría cuervos.
Ella insiste.
Tiene miedo de quedarse sola.

Sonido


Fiebre

martes, 30 de junio de 2015



Fiebre. Sudor. Delirio.
Los fantasmas de siempre me muestran sus clavos incrustados en sus ojos, y los horrores de sus niños mutilados bajo mi cama ya no es suficiente.  Vienen por más. Los fantasmas de siempre regresan y los siento en mis entrañas. Me corroen cuando tratan de escapar de mis pesadillas que son en realidad sus cárceles. Entes sangrantes. Fiebre de cuarenta.
Maldita sea estoy delirando otra vez.

Despierto sobresaltado y ellos aún continúan a mi lado. Rodean mi cama, la cuna de mi hija, la cocina al preparar el desayuno.  Tintinea el metal oxidado al caminar.  Los entes me escuchan al hablar con mis niñas y comparten un pan con nosotros. Muestran sus cuencas oscuras donde asoman los clavos. Siempre los clavos.
Fiebre. Fiebre.

Pastillas. Responsabilidad. A trabajar.
Escribo incoherencias en la pizarra. Hablo de más. Alumnos sobresaltados. Pastillas de colores y los entes se masturban. No almuerzo, sólo dibujo. Media tarde y sigo sudando frio. Las palabras son cada vez más veloces. Hay clavos manchados sobre mi bitácora. Gente podrida. Ellos me observan. Fiebre. Sudor. Delirio. “¡Taxi!.. al hospital X”

Observo mis manos que tienen cicatrices. Las quiero volver a abrir.
Pero… ¿Si las heridas de mi cuerpo no son accidentes? ¿Me infrinjo dolor una y otra vez para cerciorarme de que no estoy alucinando?  ¿Y si es verdad? ¿Si en realidad sí soy malvado y no son sólo sueños?  ¿Si debí medicarme como me lo sugirió la especialista?  “No, no estas alucinando chico” me dice el ente oscuro sentado junto a mí.  “Mírame y sumérgete en las cuencas oscuras de mis ojos de cuervo” me invita.  Un taxi al infierno. Me dejo Llevar.

Velocidad. Velocidad. Estudiante de arte. Drogas duras, el maldito arcoíris. Pelea, pelea. Arte-muerte. Dibujos putrefactos, fetos malformados. Arte basura, poesía infecta. Fiebre. Represento lo que me persigue. Nadie lo entiende, a nadie le gusta. Primer homicidio. Crucificado boca abajo.

Emerjo levitando desde la ventanilla del taxi.

Hospital en ruinas.
Camillas, vómitos, peste, pobreza. Los entes se confunden con los agonizantes. Aroma a muerte y luces que se apagan. Brujas de blanco y médicos excitados. Espuma en la boca. Ganado al matadero. Fiebre, fiebre. Quiero abrirle el pecho al Doctor y danzar sobre sobre su dios muerto. Inyección.
Sueño.
Sueño.
Sueño.
Reposo.

Despierto tiritando en la sala de espera.  Avergonzado y agotado voy rumbo a casa. Llego a media noche y mis hijas están durmiendo junto a su madre. Voy a la cocina y me sirvo una taza de café caliente. Pongo música: The Last Man de Clint Mansell. Me derrumbo en el sofá.

“Eres el único que no se ha ido” le digo a Ojo de Cuervo que está sentado junto a mí en el sofá.

Dejo el café aun lado y le quito los clavos de los ojos. Clavos como de un cristo, clavos para la penitencia.  “Nunca me he ido del todo, y lo sabes” me responde. 
Asiento con la cabeza y murmuro: “Estoy agotado. Las peleas son cada vez más largas y no sé si podré soportarlo más”. Siento un nudo en la garganta. “Estoy sangrando, y nadie se da cuenta”.

Me incrusto los clavos a mis ojos y la tibiez de la sangre me reconforta. “Cuida a mis hijas” le digo. “Eso hago Tanatos” responde Ojo de cuervo. “Cada día evito que te asesines”.

Cierro la bitácora. Frágil por mis constantes muertes.

Sonido









musa parricida

viernes, 19 de junio de 2015



Estoy en la barra y al ver mi dibujo un imbécil me pregunta “¿quién es la chica?” No volteo ni lo miro. El tipo se larga masticando insultos.
¿Quién es? Ella me esperó tanto que su cadáver se pudre junto al mío. ¿Quién es? Es quien recae en viejas sustancias, es la violenta musa parricida, es el gemido con medias escolares, es mi muerte devenida en burlas.

Esta noche termino el dibujo en el bar porque no quiero llegar a casa. Esta noche la recuerdo y la dibujo, es media noche y ella danza para mí una vez más.

Sonido

Perfect Day

viernes, 29 de mayo de 2015




Renton viajaba por un día perfecto en una pésima pantalla de 14 pulgadas y un VHS viejo, mientras me preguntaba quien carajos es este tío que le canta al infinito viaje de un yonqui. 

Odiando la academia con mi uniforme escolar recién expectorado y ojeando fanzines en el jirón Quilca, tenía en la casetera aún el ruido de los noventas. Si bien no tenía dinero para comprarme un puto par de zapatillas me las ingeniaba para tener una buena cantidad de música, y ese pasaje de libreros viejos junto a pelucones psicóticos de negro siempre fueron mis cómplices musicales. Y lo encontré allí, el tío  del sonido extraño asomándose en una pila de cassettes de música que aún no conocía. Pague unas monedas y me fui a casa. Esa noche, con Warhol en la carátula, tuve un viaje astral. 

“Reed abrió una puerta y me invitó a tomarme unos tragos junto a toda la fauna de extraños sonidos y actitudes, un trago junto  a Bowie y el flaco Pop. Lanzándonos las botellas incendiamos un Zepellin en mi habitación que se quemó junto a mis dibujos y mis prejuicios, y al elevarme junto al humo me fui viajando al lado oscuro de la luna. Miraba al viejo Lou cagándose de risa y seguía invitando a los locos viajeros a mi habitación. Lo vi manoseando a la dulce Jane mientras yo la pintaba de colores. Y me vi artista y me vi Stone. Me vi trasmutado entre heridas que aún no puedo ni quiero sanar”

Fue un viaje que duró 17 años, pero este día de 17 años se acabó y Reed cierra la puerta al salir. La pasamos bien tío, “Just a perfect day” viejo Lou.


27 de octubre de 2013

sonido

La ninfa de Tanatos

viernes, 15 de mayo de 2015




Tanatos volvía al bar cada viernes y se sentaba solo en la mesa. Pedía el trago de siempre y sacaba su bitácora con eróticos y sangrantes dibujos. Además de textos que fungían de poemas. Malos poemas en realidad. 

Se sumergía en sus papeles manchados y gritaba sobre la estupidez humana y en lo elitista que se transformó el arte. Se sumergía en papeles que regalaba a los curiosos para que lo dejaran en paz. “Toma y lárgate” se le oía decir y los ebrios habituales reían al unísono esperando al siguiente rapaz desubicado.



Pintó a su ninfa en esa pared y se sentaba frente a ella cada viernes. Una caperucita de negro con un lobo domesticado junto a ella. Una diosa en luto, el rostro de quien fue su amor de adolescente decían, la novia difunta murmuraban. El barman los callaba y le llevaba el infinito trago de cortesía, aquel que pedía por haber dejado en la pared “la basura que fascinaba a los clientes”.


Pero el bar cambio de dueño y decidió cambiarlo todo. La ninfa de Tanatos fue cubierta por una pintura marrón, y un relieve en madera de un escudo medieval fue colgado en esa pared.

Tanatos apareció un viernes y se subió a una silla. Quitó aquel escudo y pasó sus manos sobre la pared. “Volvió a ser un fantasma, ella volvió a ser un fantasma” murmuro. Se disculpó con todos y pidió un trago. No hizo un escándalo como creyeron. Saco su bitácora como de costumbre y comenzó a dibujar.

A media noche con un lápiz escribió en la pared “dejaré un reino de cubos de basura, de orfandades gritándome, recordándome, que siempre he perdido”. El dueño no dijo nada, los ebrios habituales le compraron una ronda de tragos.
Lo dejaron en paz.



Sonido

Los chicos no lloran

miércoles, 13 de mayo de 2015



Veo a Morella alejarse con su bicicleta, 6 años y por primera vez ya no usa rueditas laterales. Con las rodillas raspadas y el viento en la cara me guía a la tienda por el helado del triunfo.

Le digo que su rodilla tendrá una cicatriz y le enseño las marcas en mis manos, “eso te indica lo mucho que vives” le digo. Ella no lo sabe pero sé que percibe las cicatrices que tengo en el alma cada vez que me abraza. Y ya me duele ahora las que ella tendrá en su vida, las que no podre evitar.

Sentados en la vereda jala tiritas de mi jean roto y me pregunta de quién es la cara que tengo estampado en mi polo negro. Tarareo la tonada y reconoce la canción, masticamos un terrible inglés a coro "Boys Don't Cry...".
Lo siento Mr Smith, hoy no podré seguir su consejo.



Sonido

ACTÚA

viernes, 17 de abril de 2015



“El mensaje de la imagen NO es literal” – le respondo a mi alumno que vio pegado por allí mi stencil de una bomba molotov con el texto “ACTÚA”. - , “no digo que empieces a quemar la cuidad o a los policías. A mi bomba molotov tómala como un símbolo de resistencia, de indignación, símbolo de una juventud (y pueblo) pensante que NO está adormilada o embrutecida como piensan muchos políticos y autoridades. Lo que quiero decir es que salgas de ese letargo y actúes: en las calles, en tu trabajo, en el barrio. Indígnate, haz el cambio”.

Ese mismo viernes, unos alumnos me piden permiso para faltar a mi clase de hoy lunes: “nos vamos a la marcha” me dicen. Les recomiendo que tengan cuidado y les doy algunos alcances para no salir lastimado. Uno de ellos me pregunta: “¿Profe, usted marchó contra el Fujimori no?”.
Lanzo una sonrisa cómplice: “Revisare sus tareas el miércoles. Vayan con cuidado.
Voy hacia el paradero del Bus y escucho a una alumna decirme “hasta el lunes Tánatos”.
Sonido



Déjà vu

jueves, 16 de abril de 2015




Le dicen genio y los cuarentones están gritando su música a raudales en el bar. Le dicen genio pero sólo piden y corean sus canciones de los 80´s. Fue un gran músico, pero ¿genio?…. mmmmm.

Un tío que está solo en una mesa y que murmura las canciones para sí, lanza una mirada solemne, casi altiva, a las vedettes de saco y corbata que chillan como plañideras por su rey muerto. ¿Qué diablos hacen en este bar? Parece preguntarse.


Termino mi trago y guardo mis apuntes de esta noche, entre ellas una supuesta caricatura de Cerati y otra la del tío solitario. Camino hacia la salida y lo veo encender un cigarrillo. En su mesa veo una hoja con apuntes y bocetos.
Un viento helado parece anunciarme un futuro Déjà vu.


Sonido

Desnudo

martes, 14 de abril de 2015



Haciendo una monografía en mis años de estudiante transcribí esta historia en un papel periódico. Estos días lo encontré y me recordó la vergüenza adolescente de mi primer desnudo.

"Ella posa para mi acostada, un desnudo blanco se redondea. Avanzo tímidamente. Lo confieso, era la primera vez que veía un desnudo.
Aunque fuese casi mi prometida, me daba miedo acercarme a ella, ponerme más cerca, tocar aquel bien. Como plato expuesto ante tus ojos.
Hice un boceto y lo colgué en la pared. Al día siguiente entro mi madre y vio aquel boceto.
- “¿Qué es esto, qué es esto?”
Una mujer desnuda, los senos, las manchas oscuras. Tuve vergüenza; ella también.
- “¡Quita de ahí a esa muchacha!” dijo
-“¡Mamita! Te quiero demasiado. Pero… ¿nunca te viste desnuda? Yo miro y no hago más que dibujarla. Eso es todo”
Pero obedecí a mi madre. Quite aquel cuadro y en vez del desnudo hice otra pintura. Una procesión."

Marc Chagall - Mi Vida, 1922.


Sonido

Solo... naturalmente.

miércoles, 8 de abril de 2015




Ingreso al aula y siento que las miradas se posan en él. Se pone nervioso y comienza a rechinar los dientes, me acerco a su lado y cae de bruces desde su carpeta. La ambulancia lo encontró con los puños rígidos y a su padre devastado. Intento de suicidio por pastillas.



Hablaron los alumnos, el padre, los paramédicos y sale a la luz los prejuicios y las vergüenzas: Nadie hablaba con él, no tenía amigos ni tenía novia. Se matriculó solamente en mi curso, pero asistía puntual a las otras clases junto al grupo. ¿Qué chico prefiere estar en un aula que en su casa?

Recojo su bitácora que está llena de sus personajes y trato de darle otro tipo de mirada. Después de todo tienen cierto sentido sus trazos. Criaturas de alas cortadas parecen buscar a la madre ausente, sus guerreros medievales crean un ejército. Y se veía héroe, y se veía inmortal. Y aquel gigantesco Dragón, imponente y prejuicioso, ahora lo acompañaba dentro de una ambulancia.

Ese día no se quedó en casa después de tomarse las pastillas, se presentó a mi clase. Lo vieron caminando torpemente camino al instituto. Pararse en cada piso para retomar las escaleras. Sentarse en su carpeta casi dando tumbos. Ese día lanzó una clara llamada de auxilio.

Luego de un par de semanas de incertidumbre el guerrero regresó del inframundo. Volvió al aula y supo que lo cambió todo: conversan con él pero respetan su privacidad, nadie publica nada en la red, hay un ambiente de hermandad entre ellos. Una durísima lección para los chicos…para mí.

Un día antes del incidente, me preguntó al terminar la clase: “profe, ¿tienen un momento?”… Son las 11 de la noche, pensé, y con 2 horas de viaje para regresar a casa. “¿tiene un momento?”, insiste, “SOLO UN MOMENTO PROFESOR”.
“Ok”, le dije. Me pregunta cosas técnicas y le respondo rápidamente, divaga y me impaciento, lo nota y se despide. Sentí sus palabras mudas en la nuca. “Mañana hablare con él”, me digo, “se lo compensaré”.




Sonido

Sed de Sed

viernes, 3 de abril de 2015



“Sed de sed” canta el flaco en una rockola de impertinentes luces. Junto a una mesa vacía miro las botellas a medio tomar y cigarrillos devenidos a cenizas. En medio de la ruta éste bar con su raído aspecto me llama.
Pido dos botellas y enciendo un cigarrillo. 
Dejo la inmensa bitácora en la mesa y varios pinceles manchados. Voltean las miradas al extraño que se sienta solo, “qué carajos se cree” murmura el "niño bonito". Un bar ajeno… un bar ajeno, manía de causarme problemas. 
Pero el olor me es familiar, la fauna siempre es la misma. Ninfas trasnochadas cual zombies ávidas de carne me sonríen, pero sólo las billeteras egocéntricas las calman, en ese caso me limito a mirar.
Saco el examen de mi alumno más aplicado y en el reverso comienzo a dibujar. La camarera me enciende el cigarrillo y me hace una señal de complacencia al ver los dibujos. Le regalo uno. Observo que el tipo de la barra cambia de humor cuando se lo enseña. En las pantallas un extracto de “The Wall” hace que cante y me pierda en mí. Pido una botella más, pero esta vez es un varón quien me lo trae. Me acomodo en mi silla y le hago una señal de salud a la camarera. Ya es media noche, pienso, y es un jueves cualquiera.

Sonido

5 años después.

miércoles, 1 de abril de 2015



5 años que no publicaba nada por aquí. Trato de retomar la palabra como parte de lo que creo que es mi arte, mi vida. Trato y estos tiempos llegan a ser esquivos. Me rodeo de esculturas inconclusas, proyectos que se cubren de polvo. La inmediatez de lo cotidiano me deja sólo cortas noches de creación en ese taller que visito al salir del trabajo. En ese taller donde hay unos ojos de cuervo observándome cada noche.

Pero esas noches son mías. Por cortos minutos viejas leyendas me acompañan a través de su música, sus imágenes y formas. Y con una copa de vino charlamos sobre nuestras muertes y resurrecciones. De nuestras orfandades.

Poetas locos, pintores solitarios, lobos esteparios. Compañeros sin tiempo que miran sobre mis hombros los dibujos y los textos que dejo en mi mesa cada madrugada.

En ese taller siento que aún no me derrotaron.
Siento que aún es posible.


Sonido