Me importa poco que me entiendan
Me importa un carajo si me odian
Podrán comer de mí cuando mi cabeza explote
Lamerán mi cerebro esparcido si les complace
Pero no traten de cambiar
Mis huesos de metal oxidado,
Mi corazón con gusanos de muerte,
O que mis ojos derramen cristales.
Déjenme con mis fantasmas,
Que mis demonios me gobiernen,
No quiero que lo entiendan,
Sólo olvídenme
Sólo escúpanme la cara
Aun así
No dejare de moler a patadas a tu Dios
Tengo la nariz fracturada, creo que tendré que volver con el médico.
A mi familia no le gusto nadita que haya peleado, menos a mis hermanos que insisten en romperle la cara al tipo.
Fue una pelea limpia, la acepté y perdí. Que mas da, no siempre ganas.
Aunque es fastidioso respirar por la boca y tragar coágulos de sangre durante la noche, lo que realmente me resulta molesto, es la frase que soltó un amigo mío: “no te quemaste las pestañas tantos años para pelearte con un Don nadie”.
¿Qué quiso decir con eso?, ¿que hayas tenido la posibilidad de estudiar te hace superior?, ¿o tal vez el dinero o la ropa que llevas?, mas aún ¿Por qué le temen tanto al dolor?
Nos medimos con los puños, uno a uno. Eso fue un milagro en esta época de cobardes con armas o imbéciles que pelean en grupos por razones que ni entienden.
Pero lo mas extraño fue que cuando terminó la pelea y yo no dejaba de sangrar, se me vino una carcajada desde las entrañas que termine riendo a viva voz mientras le soltaba una sonrisa al tipo.
Mis amigos creyeron que había enloquecido, tanto que dudaron en llevarme a Emergencias o directamente al Manicomio.
Terminamos bebiéndonos un vino en la puerta del hospital.
Sonido:
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