Una bitácora de viaje, una estación necesaria.
Proyecto a modo de espacio en que puedo sacar, con dibujos y frases, a los demonios que tengo dentro.


Edmer Montes - Ojo de Cuervo





cabellos de noche

jueves, 21 de abril de 2022


Estuvimos abrazados sobre su cama por última vez. A un año de terminar el colegio nos reencontramos para despedirnos de lo que fue nuestra historia juntos. Un afiche de The Crow en la cabecera y los casets con sonidos que clamaban nuestras complicidades teñían de colores su habitación ese agosto gris. El espacio infinito encerrado en recuerdos de besos y peleas, de amor y primeras veces.

Una última tarde.

La conocí en tercer año cuando la llamaban por el nombre de una cantante que se parecía a ella. Menuda y bella, inocente y guerrera. Yo era nuevo en el salón y al instante nos gustamos al conversar durante el recreo de ese mismo día.

Trabajos en grupo, paseos al paradero, el elenco de danza y los viajes sentados al fondo del bus. Reíamos sin decirnos nada, estábamos juntos sin estarlo. Y fue al terminar una fiesta de jovenzuelos con hormonas en ebullición que me atreví a acariciar su rostro triste.  Aparté su cabello azabache y pude encontrar sus pupilas navegando nostalgias de mares violentos que le tocó vivir.  El perfume inocente, el temblor de sus labios, el primer beso bajo la luna llena.

Los novios que nunca lo fueron.

Pero nos hicimos mucho daño, el amor tiene espinas y lapsos de tiempos en soledad. Ella con el guapo del salón, yo con la muchacha más bella de la promoción. Pasiones aleatorias, parejas discordantes. Y entre multitudes de amores y aventuras nuestras miradas siempre se buscaban y en algún rincón lejos de todo su cabeza descansaba sobre mi pecho como la primera vez.

Nuestra ultima tarde de agosto recordamos todo ello y con la música inundando su cuarto cantamos:

“Si junto a mí te quiero ver
Yo sólo tengo que ofrecer
Que no te voy a querer tanto
Como ayer”

Lo que sentíamos era solo nostalgia de lo vivido, lo sabíamos. Guardó mis cartas y fotos en una caja que años después termino en cenizas. Se enamoró. Era tiempo de seguir.

Una carrera, nuevos amigos. Ahora tiene una hermosa familia, recuerdos valiosos e inmensos del que ya no formo parte.

Lejos, lejos de los recreos, las tareas y paseos en la salida.

La chica de cabellos de noche navegó lejos de mí, y no volvió la vista atrás.


sonido




ella duerme

viernes, 15 de abril de 2022




  

El aroma familiar de su cabello recién lavado es ella dormida en veintitrés años perpetuos, perfectos.

Es el piano que suena a lo lejos en compás a su respiración lánguida, queda, pausada.  Melodía que nos acompaña intrusa, volátil y familiar desde algún lugar de esta ciudad de músicos tristes.

 Ella duerme. Su piel tiene tatuada las constelaciones a modo de mapa hacia el hogar.

 La princesa que empeñó su corona para huir conmigo tiró de mi hacia la salida clandestina de un sí y de un no. Miedo de las narices frías y pasos dubitativos sobre vidrios rotos, sobre corazones rotos dentro de un palacio en llamas que se inmoló por nosotros.

 Desaparecimos entre el fuego de pensamientos tortuosos y viajamos entre el minutero y la velocidad de las galaxias al implosionar. Lejos, lejos hacia nuestros adentros y lo infinito del tiempo.

 Ella duerme agotada y la abrazo de la cintura para acercarla hacia mí. Ella gime como una caricia tierna, como el beso en un escondite bajo una tormenta violenta.

 Alzamos vuelo rodeados de cipselas frágiles. Renacimos bajo las alas de un escarabajo febril.


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marzo veinticuatro

miércoles, 6 de abril de 2022

 


 

Cuervo mensajero de carga breve y feroz que consigue invitarme a volar con él. Pasa sus noches musicalizando deseos persistentes .

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