#11 Amanecer
sábado, 31 de octubre de 2020#10 Coraza
viernes, 30 de octubre de 2020Lía Mía llora.
El cielo hace eco de sus lamentos y llueve, llueve,
llueve como nunca. Despiertan los vientos y los cantos, la rojez de un sol que
envuelve al horizonte de plegarias cual consuelo de las madres. Y los espectros
son refugio, son cobijo para el pequeño cuerpo de la vida. La rodean.
La vorágine de mil constelaciones se alza sobre ellos retumbando recuerdos de millones de nombres, millones de amores, infinitos sueños de libertad destruidos y renacidos por el hombre. No, no había nadie más que los recuerde. Nadie quien pueda oír sobre sus historias… hasta que apareció la niña.
Nuevamente la carne.
Los espectros se juntan cual coraza para mantener encendida la flama de la nueva vida. ¿Qué los impulsa a protegerla ahora? Ellos que fueron los únicos testigos de aquel minúsculo destello que fue el hombre y su tiempo, que deambularon indiferentes sobre sus senderos de fabulosas transformaciones y destrucciones. ¿Por qué la vida nuevamente ante ellos? ¿por qué el dolor? ¿por qué sintieron dolor en esos cuerpos formados de tiempo? ¿acaso es la niña la razón misma de su existencia?
El fuego está en su centro. “Respira, respira” escucha decir. “Seremos hogar y padre. Seremos árbol para ti”. La niña duerme sabiéndose amada. Los espectros se unen en una sola esencia.
La niña les regaló la vida, y a la vez la muerte.
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#9 - Grito
jueves, 29 de octubre de 2020Lía mía esta arrodillada frente a la flor y siente un fuego
dentro que es confuso, incendiaria y placentera. Siente nostalgia por que no
quiere extrañarla más, quiere cubrirse de su perfume y viajar junto a ella a
todos esos mundos y galaxias que tanto le han hablado. Enseñarle palabras
nuevas que contienen universos infinitos, dormir cantando bajo diferentes
cielos aun vivos hasta que no pueda abrir los ojos otra vez.
Se levanta y tiene la flor arrancada entre sus dedos. Aun
bella en su muerte. La acaricia. “Este es nuestro viaje” piensa. Quiere dejar
todo atrás entusiasmada con el fuego que brasa sus entrañas. Pero los espectros
la rodean, son testigos nuevamente de la humanidad.
La niña mira a todos lados. Siente el silencio en la piel,
todos miran sus manos. La flor se viste de gris enmudeciendo los cantos de
atardeceres futuros. La cobija tratando de salvar los colores y mira aterrada a
los espectros. La vida se marchita y siente miedo. Llora pétalos. Tiembla.
Los espectros logran entender. Es lo humano resumido en un
acto de amor.
Mía Lía grita con una voz profunda y constante que su
lamento recorrió hacia el límite mismo de lo que existe. Su llanto quiebra el tiempo
y el espacio. Y la nada renace como testigo de la muerte como único fin que no
ha de cambiar. Ya no hay renacimientos en estos tiempos, la extinción es inevitable.
La quietud del silencio cobija a la niña que se acurruca
junto a la flor en una perfecta conjugación. Los espectros la observan inmóviles
como fue al inicio de los tiempos, al inicio de la vida. Y sienten, al fin sienten
lo humano de dentro de ellos.
Dolor.
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#8 - Péndulo
miércoles, 28 de octubre de 2020Aquellos viajes largos son pasos
que se repiten una y otra vez. Pulsaciones constantes que mantienen la vida que
ya no quieres vivir. Aletargado en pausas de lo ya visto, lo ya vivido.
La niña siente que la tierra se
escurre entre sus dedos y cuenta cada partícula de polvo en una pausa de
cientos de años, en el tiempo que retrocede y se adelanta. Intuyendo un pasado perfecto
que dio origen a la destrucción de la vida.
La humanidad fue un minúsculo
oasis fabuloso condenada a morir al mismo tiempo de nacer. Y la comprensión de
todo se dio en un chispazo que irradió de luz, otro tipo de luz, a las
constelaciones. Y a lo que sintieron le dieron muchos nombres y lo transfiguraron
en cuerpos y seres. Creadores y destructores que soñaron y añoraron más allá de
lo que se les fue permitido. Y llego el sacrificio por lo que crían, y llego la
crueldad al asumir su propia naturaleza vasta de venganzas y vergüenzas. Luego
el terror y la calma. La nada en los ojos cerrados asumiendo su propia
extinción.
La niña mira los vastos campos vacíos
de la tierra interfecta que ya no muestran restos de la presciencia de la vida.
Solo las danzas de polvo imitan formas de todo lo habitado
Quiere regresar al lugar de su nacimiento, al origen que también fue origen de la flor. Estará allí esperándola. Son polvo y fuerza. Un péndulo que se ha de detener.
#6 - Palabra
martes, 27 de octubre de 2020- ¿Entonces las palabras eran
pedacitos de alma? - preguntó la niña.
- Eran su propia muerte
intentando no serlo -respondió el espectro-. Con ellas pretendieron descifrar el
universo, ambicionaron ver más allá de lo que sus ojos nunca pudieron.
- ¿Y estas formas contienen universos?
- Si. Pero se decía que los universos
cambiaban según los ojos que la mirasen.
- Pero yo no siento nada. ¿Qué
está mal en mí?
- No sé qué responderte. Solo hallamos
este papel que el último hombre lo tenía para sí. Nunca supimos entender ni
pronunciar estas formas”
El espectro observa a Lía Mía concentrada en el pedazo de papel, y se recuerda mirando al último hombre exhalando por última vez. La existencia de la carne encerrado en un parpadeo, el aliento evaporando todo lo que pudo sentir.
La niña toca cada forma, dibuja nuevamente el recorrido de lo que nunca podrá entender. Un mapa hacia ninguna parte. Y al igual que el espectro se pregunta a que universos se refieren estas formas:
爱 사랑 uthando αγάπη Liebe ፍቅር ljubavi kärlek Սեր ịhụnanya love אהבה Aşk ආදරය amore ความรัก ভালবাসা amour любовь حب каханне amor любов milovat സ്നേഹം amare yêu và quý cariad…
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#5 - Ecos
lunes, 26 de octubre de 2020
Pregunta a los aires las voces de antaño, quiere oír los
ecos que contienen memorias que viajaban arrullando amores latentes y lamentos
olvidados.
Su voz es la única que habita ahora. “Déjame flotar como pestañita
después del llanto. Viajar hacia el inmenso gris que suelen mirar” pide Lía Mía.
Y canta una vez más y percibe su voz viajando sobre el llano.
-“Hubo quienes conquistaron los aires” dijo el espectro. Y recordó
majestuosos seres navegando entre nubes. Y pequeñas plumas incendiándose por
millones que cubrieron el grito de la luz para siempre.
-“¿seres como yo?” preguntó la niña.
-“si, seres como tú. Compartes sus mismos deseos de vuelo,
de sueños. Y también tienen el mismo fuego musitando grandezas.”
La niña corre y siente el viento en el rostro. Hay un calor
dentro de ella que la inquieta.
# 4 - Dúo
domingo, 25 de octubre de 2020Abrió los ojos y ahí estaba. Colores redondeados como una plegaria de cara al cielo muerto. Diminuta y frágil que parece musitar futuros también de colores. Se acerca a ella y la toca con la nariz. La besa. El amor debe de oler así.
-“Es una flor” le dice el espectro. “alguna vez este mundo estuvo desbordante de ella”
-“¿yo la desperté?” pregunta. La rodea con su cuerpo y le dice madre.
El espectro le corrige.
-“No hay madre en ti. Pero ella nace a la par de tu presencia”.
¿Serán hermanas? ¿Qué tiempo este que contiene dos posibilidades irrepetibles? son un tándem de soledad, dúo que baila en un universo confundido.
Las observa en una perfecta conjugación.
Ha de dar la noticia.
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Noir Désir - Le Vent Nous Portera
#3 - Constelaciones
sábado, 24 de octubre de 2020Frente a un sol marchito que se alista a partir, ella piensa
en océanos vestidos de espuma. La mar que baila y ruge. Las historias de
navegantes y criaturas gigantes hicieron destellar sus ojos Se acurruca
esperando la noche.
El horizonte de tierra infértil que evaporó lágrimas esta
quieta como siempre, inmutable. Sobre su espalda ella duerme y le hace añorar nuevamente
el navegar en lo inmenso, en lo basto. Hoy quiere mirar otro tipo de infinitud.
La sostiene como nunca sostuvo a nadie. Su dócil respiro son
olas constantes que regalan nostalgias a las constelaciones. Dejaron de preguntar a las estrellas por mundos nuevos. Ya nadie escucha sus
susurros titilantes
#2 - Paseo
viernes, 23 de octubre de 2020Son en los paseos cuando escucha las historias de quienes fueron los seres de carne. Su bondad y su despiadada voracidad. La falla irrepetible del cosmos. Conoce la lengua de quienes lo destruyeron todo y escucha la canción anciana que habla sobre un final. ¿Es amor lo que ella siente al oír esas melodías? ¿Es dolor lo que no solo siente en la piel?
Lía Mía acaricia su segunda piel, y siente nostalgia del cachorro que llama hermano. Construye recuerdos que son abrazos fugaces. Construye sonidos de viejos mundos para poder cantarle.
Es su voz. Son dos voces. Es un coro de espectros despertando lo que fue humano.
Se toman de la mano. Reanudan la marcha.
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Christina Rosenvinge - Niña Animal#1 - Lía Mía
jueves, 22 de octubre de 2020
A Mía Lía la cubrieron con la
piel del cachorro que fue asesinado por el hombre. Ella tenía frío y no hay
mayor cobijo que el recuerdo de la fauna amada, de la vida que se añora. Ella dormía
bajo la lluvia de un octubre que se quebró. Confundidos nos preguntábamos quien era. No hay
nada humano hace milenios ¿por qué ahora?
- “Es la sed de una hoja en
blanco.”
- “Es la noche infinita en una
nota inconclusa”
- “Ella es el amor sin un templo.”
Somos espectros sin alma y sin tiempo, testigos de la extinción de la carne. Ahora cuidamos los primeros pasos de la nueva vida.
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Tiempo
sábado, 17 de octubre de 2020
El daguerrotipo tiene manchas
de tiempo y lo transforma en fantasma en penumbras. Estoy olvidando su rostro.
Hoy el olor de su sangre se torna añejo en mis recuerdos. Su sabor de amaneceres
en lluvia y sabanas en pensiones de mala muerte tienen la ausencia como honestidad.
Mi poeta que incendiaba sus cuadernos. Mi fornido amante que envejecía
irremediablemente.
“Háblame de tu caminata de siglos” me decía. “déjame saborearte esta noche en un momento perenne, como un guardián del infierno que no se le permite la entrada, quien sufre la maldición de la eternidad”.
Le narré al oído la historia de nuevos mundos y esclavos en cadenas, de amores que terminaron en hogueras y cruces. De mi muerte y no muerte. Le narré de la eternidad para no despedirme de él. De su inútil intento de soplar las cenizas de su cadáver y borrar su memoria.
Me besó. “Ya estoy listo” susurró.
Bebí de él.
Lo recuerdo por última vez en esta ciudad que fue la suya, guardo su retrato borrado en mi pecho. Ya están aquí. Escucho sus gritos y los golpes en la puerta. El llanto de las madres cuyos hijos asesiné. La turba se acerca irremediablemente como las noches en todos los reinos que cayeron, como amaneceres en mil naciones.
Esta noche su memoria morirá conmigo. Esta noche festejaran nuestras segundas muertes. Mil tiempos y segundos fugaces de siglos.
El reloj cobra un nuevo sentido. Espero la estaca en silencio.
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Sagitario A
jueves, 15 de octubre de 2020
- “Al centro de nuestra
galaxia hay un agujero negro, nosotros la orbitamos. Se llama Sagitario A” nos
dice nuestra maestra
Recuerdo que después del recreo debemos diseccionar una rana. La mía aún está viva dentro de un recipiente, estará muerta sobre una bandeja en unas horas. El animal no sabe que va a morir, solo pasará las horas en un trance que no logrará entender. Inmóvil. Como aquella pareja entre los fierros retorcidos dentro de su auto.
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mañana
martes, 6 de octubre de 2020
El dijo que no mentía, que no son pastillas. “Son caramelos envueltos
de sueños nada más” me dijo. Que no dormiría tanto salvo para abrazarnos en esa
oscuridad que aún me da miedo. “te besaré la frente cuando abras los ojos
dormilona” prometió. Quiero despertar temprano para ver a mamá. Papá me cobija
y canta esa canción de cuna de cuando era bebe. ¿Querrá huevos revueltos para
el desayuno? Ya sé hacerlo como niña grande. Soy una campeona como dice mamá,
soy la princesa guerrera como dice papá.
La luna esta iluminando mi habitación, esta noche no saldrán
monstruos. Me acurruco en los latidos de papá que se hacen más pausados, más
silentes. Mañana usare escondida los zapatos de tacos de mamá.
Ya quiero ser una señorita.
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Abrazo
sábado, 3 de octubre de 2020Tal vez sus restos
bailarán cuando no lo vea, cuando me quede dormida. Las sábanas tendrán aún su
olor de macho babeante por mucho tiempo, y sentiré claramente su barba ente mis
piernas como en esta madrugada.
El sol ingresa
intruso por nuestra ventana como un crescendo, trasfigurando
la inevitable pausa de la oscuridad. Nuestros cuerpos desnudos se aclaran y lo
rojo es un grito que aún se siente caliente. Sus palpitaciones ahora son mías
como yo fui suya en sus bailes y en su sangre.
Lo abrazo. “Esa es
nuestra canción” me susurra, con un halo de aliento de quien se despide después
del puñal en el pecho. De quien navega en esa última lágrima que deja caer.
Estoy sobre el y lo
veo irse.
Él lo sabe.
Me comeré su
corazón.
Yann Tiersen - Porz Goret
El poeta
miércoles, 30 de septiembre de 2020
Punzón
sábado, 12 de septiembre de 2020
Afuera del colegio me esperaban para la pelea de rigor. Un lunes rodeado de adolescentes con resaca y niñas con tajos en las muñecas. Sabía que me darían una paliza, que no iba a ser nada limpio. No solo porque él era más alto que yo. Esa tarde trajo consigo un grupo de jóvenes para hacer de mí un cristo crucificado, y sus botas serían toda la maldita pasión.
Me presenté al medio del ruedo frente a mi contrincante que no paraba de insultarme. “Cómo te atreves a hablar con ella” reclamaba, que ella iba a ser suya y demás peroratas. El muchacho estaba furioso. “Ya me quiere muerto” pensé. Apretó con furia sus dientes y miró detrás de su hombro. Era la señal.
Un tipo enorme que parecía un mastodonte lo esquivó y se acercó lentamente hacia mí. Mi oponente sonrió con burla, esperaba que el líder de los matones iniciara la carnicería. Yo sudaba frío. “En lo que me he metido por mujeriego” me repetía.
Todos murmuraban. Mi oponente miraba el ruedo que nos envolvía e impaciente respiraba agitado. Miré a los ojos al mastodonte. Cuan montaña se quedó inmóvil frente a mí.
Silencio.
Y para sorpresa de todos me abrazó con carcajadas sonoras. Me volvió el alma al cuerpo. El tipo era pareja de mi amiga de la infancia. No solo eso, fui yo quien los presentó y fungió de cupido. Para ser franco el tío me pagaba las borracheras para llevarla, así que era una sucia transacción simple. Yo era el responsable de que tuviera el sexo más salvaje de su vida. Mi amiga podía llevarte a las estrellas si realmente le gustabas, créanme. Y el mastodonte estaba perdidamente enamorado de ella.
Para él todo esto era solo es una pelea de chiquillos así que fungió de árbitro: Una pelea limpia por una mujer. De mi parte no estaba enamorado ni nada, así que todo esto del duelo por el amor de una niña me parecía ridículo. Yo solo quería fastidiar al “rudo” del colegio enamorando a la muchacha que le gustaba, pero lo que no sabía era que él tenía amigos que eran peligrosos. Y el mastodonte realmente lo era.
Yo escupía sangre. Tenía la pelea perdida, pero la sentía como una maldita victoria por salir vivo de allí. Prometí dejar en paz a la chica y me disculpé con el “rudo”. Al final del año terminamos siendo amigos y bebíamos con regularidad cuando nos escapábamos del colegio para ir al río con las chicas de otros salones.
Antes de irme el mastodonte me abrazó con brusquedad y me dijo al oído “de lo que te salvaste enano” y me enseñó un punzón casero de entre su casaca. Supe que murió en un ajuste de cuentas relacionado con drogas unos años después.
“Debo de arreglarme para que mi madre no se dé cuenta” pensé. Crucé los jardines hasta el basural para que no me vieran. Un profesor se percató que limpiaba el polvo de mi uniforme escolar tras el colegio. Me miró con una mirada indiferente y siguió su camino. Ellos que te salpicaban su desidia a diario eran parte del mobiliario de la calle.
Encendí un cigarrillo. “No extrañaré este colegio cuando me expulsen” pensé.
Volví a casa.
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Gente De Noche - Los Mojarras