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La rutina que deviene en pequeñas tragedias,
Y en los absurdos infiernos que duelen.
Se ausenta el tiempo y hoy como nunca evito estrellarme entre los espejos. Temo contaminar la pequeña cuna que descansa junto a mi cama, contaminar sus necesarios cantos de carmín, sus melodías de cajita musical.
Mi cuerpo se desvanece entre mis tardes de diván y cápsulas de cianuro.
Y Morella sonríe, su armonía no logra perderse entre las voces que fluyen tras de mí, que me abren surcos en la espalda.
Y me salva de las persistentes máscaras que ocultan navajas,
Y evado el retorno de mis muertos y sus versos de odio.
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sonido.
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