Una bitácora de viaje, una estación necesaria.
Proyecto a modo de espacio en que puedo sacar, con dibujos y frases, a los demonios que tengo dentro.


Edmer Montes - Ojo de Cuervo





cicatriz

jueves, 19 de enero de 2017


Raspo una vieja cicatriz. Sangra.
Son tantas.

Zapatos rotos, cuadernos reciclados. Una etiqueta en la frente para el “serrano rebelde”. Traumas de carpeta. La muerte acariciándome entre las olas del mar. Riqueza en el alma, pobreza en los bolsillos. Amigos artistas, enemigos mercaderes. Poetas de oficina. Críticos sin gloria. La música me eleva, lo verde también. Fractura frecuente de la nariz, trago adulterado bajo esteras polvorientas. Nudillos furiosos contra espejos indolentes. Dedos acusadores, carcajadas a mis espaldas, manitas cual escudos.

Me he sumergido en gases lacrimógenos junto a amores rebeldes, me he peleado con políticos y poderosos que avivaron sus brasas con nuestros sueños. Privilegiados minimizando nuestros logros. Dictadores y asesinos.

Campeón nacional, recibos que no puedo pagar. Taller clausurado, esculturas en la basura. Sueldo mínimo en la barra del bar. Alcohol de media noche. Perfume barato entre cabellos rizados, ninfas acariciando canas rebeldes. Mala poesía, bitácora entre trazos y humo. Locos soñadores que se van sin ser nombrados.

En mis manos una vieja cicatriz volvió a sangrar. Son tantas.
Creo estar en medio camino. Sobreviví a pesar de todo. Me levanto para continuar, pero el viejo Bukowski me advierte: “No lo intentes”.
Veo su pelea, veo la pelea de los grandes que no consiguieron ganar.
“Mis nudillos aún son fuertes” pienso, “No tengo opción”.




 sonido

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