A mamá Angélica
Lleva a cuesta el eco de las casas vacías que acompañan el
tañer en luto de la vieja campana. El
pausado movimiento de camino al mar hala los años idos de peso inmutable como
la memoria de sus muertos. La estridencia de lo cotidiano transforma en susurro
lo implacable de nuestras culpas.
Camina a paso lento dejando un rastro de carbón que cae de sus
uñas, mientras canta en quechua a las madres que lo esperan cual hijo que se fundió
en la noche, cual amor enviudando de la patria.
Desde hace mucho, el guardián de la memoria nos espera.
sonido
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