Una bitácora de viaje, una estación necesaria.
Proyecto a modo de espacio en que puedo sacar, con dibujos y frases, a los demonios que tengo dentro.


Edmer Montes - Ojo de Cuervo





Libelula azul

miércoles, 19 de septiembre de 2018



Tánatos la observa recostada a su lado, y como nunca teme por su propia cordura. La joven amante tiene tatuado una sentencia a la altura de sus costillas. El acaricia sus letras, la penetra.

Tánatos cuestiona la infamia de sus noches sucias, recapitula sus soledades en las entrañas de la ciudad en metástasis. Duda de su autodestrucción. Lo hace por primera vez. 

En estos días la pequeña libélula lo acompañó en los abismos. Se transformó en la degradación villana de su automutilación.  Es la pequeña libélula asumiendo el salto sin alas, quien se deja caer para ser olvidada. 

Ella lo acaricia, se despide. Lo bello de su rostro acentúa la desolación de su pérdida. No habrá otra noche como esta.

El la detiene, puede leerla. Ella lo mira.
“No quiero tu fe” pronuncia. Suena en un eco cansado para sus adentros.
“No quiero tu fe, no quiero tu mano. Deja que me cubra la caída infinita hacia lo oscuro, hacia la nada”. Continua. “déjame caer”.

Ella será una nota desapercibida de crónica roja. El cuerpo irreconocible de una venus mutilada. Ella cae entre monstruos que acechan esta ciudad de mierda. Y no puede hacer nada.

¿cómo creíste salvarla, viejo?, ni tu arte mediocre, ni tus versos pretenciosos cambiaron nada. La chica más bella que pudiste conocer hizo que cuestionaras tu propia autodestrucción. 

Al asumir su voluntario envilecimiento reconoció sus propias motivaciones. Observó a través de los ojos de la bestia.

Tánatos deshoja su bitácora de camino al bar. Las hojas vuelan entre autos y moho.
Pide la mesa de siempre. Dibuja.
Continúa en el abismo.

sonido 


Janis Joplin Summertime

 

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