Vuelve a mostrarme la caricia de sombras
dormidas, en rojo de luz reversa de una Luna sangrante que pausadamente cubría
nuestros cuerpos, como un susurro calmo después del sexo. Recuérdame aquel
cuarto de hotel con de paneles que estallaban luminiscentes, intrusas, en
nuestra raída habitación clandestina de medianoche.
Noche de moralidad enferma, noche ebria sin
razón. Noche cualquiera.
sonido
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