Mirando de reojo las vidas que compartía,
soy sombra insistente de una visita recurrente que ya no es deseada. La voz de
un canto que se disipa acariciando al tiempo. Un eco a lo lejos.
Lejos… lejos. Sigo ausente de mí.
En cada suspiro que es exhalación, hay corazones
que intentan sanarme y me empujan a volver a la punta de la espada. Para morir
entre arboles y arbustos, entre el minutero y el horario, entre pedazos
olvidados de lo que llamé arte.
Las escucho latir al unísono, nombrándome.
Pero no estoy del todo.
Al dormir vuelvo al exilio helado dentro de
esa habitación escarchada. Es adonde voy, es donde me encuentro. Con una
violenta luz perenne, constante sobre mi, que me quemaban los ojos a través de mis párpados.
Insistente, obstinado. Lo blanco del infierno.
Ya es tarde. No salgas Luna a buscarme.
Me vencieron.
Me arrebataron la noche.
sonido
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