Iris como el mar, que acentúa su azul a
la par del fuego al encenderle un cigarrillo. Miramos el pueblo a lo lejos
desde el desolado mirador, improvisado mirador que es refugio al soez murmullo
de motores y parloteos. Hay silencio. Excepto por la radio que agoniza.
Comparamos bitácoras y dibujamos cada uno en el otro. Profanando por primera vez la desnudes de la hoja en blanco. “We were running for the money and the flesh”
Miramos nuestros dibujos y sonreímos. Tu cabeza sobre mi hombro, mi brazo alrededor de tu cintura. Cantamos a dúo, pero dos soledades siguen siendo un vacío amargo.
Volvemos sin decirnos palabra alguna durante todo el camino.
Solo tu mano entrelazada a la mía.
sonido
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