-No
me escuchas realmente - me reclamó
-Tengo
oídos para tus suspiros quedos - respondí
-Eso
no me dice nada, no me conoces realmente.
-Toda
TU me cuenta tu historia.
Molesta volteó su carpeta y me ignoró el resto de la clase. El último día de clases.
Saqué
un cuaderno suyo sin que se diera cuenta y la dibujé a escondidas para
recordarla cuando se vaya del todo, al llegar el día que olvide su nombre y su
rostro a causa de los años que vendrán después y solo pueda rememorar en mi
cabeza sus poemas cursis y su tatareo de canciones de amor.
Regresé su cuaderno sin ser visto por nadie, en silencio.
Después
del timbre de la salida no la volvimos a ver.
La adolescente que quería ser poeta, la niña de fotocopias con versos adultos y romances con autores muertos. Se alejó de todos, se alejó de mí.
Cada cierto tiempo la busco de madrugada en rincones raídos y alcoholizados de mi memoria, pero es inútil. Solo distingo una carpera vacía.
La pequeña poeta se desvaneció irremediablemente.
sonido
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