El brazo dormido sueña
Palpitan enojadas las arterias.
El lápiz lanza un alarido impaciente
Blanco blanco la nada burlona.
El espacio inmenso entre la tinta y el
papel
Tiene suspiros que viajan
Sobre un silbido sinuoso y calmo.
Que no tiene inicio ni fin.
Solo murmullo perenne
De su voz que ya no reconoce
Que calla para sí
Que escapa inquieta
Cubierta de sombra
Vacío vacío
Tras de sí.
Párpados cerrados.
El infierno de lo blanco.
La sombra del silencio.
Y cada madrugada
La vana espera.
sonido
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