Una bitácora de viaje, una estación necesaria.
Proyecto a modo de espacio en que puedo sacar, con dibujos y frases, a los demonios que tengo dentro.


Edmer Montes - Ojo de Cuervo





habitación

jueves, 17 de octubre de 2019


Ingresa a la habitación de sus padres. Al inescrutable santuario de púas sangrantes. Parado al pie de su cama, el monstruo dormido ya no parece tan grande, gigante. La correa sobre la silla rodea el pantalón perfectamente planchado. La hebilla resplandece por la luz del farol que se atreve a invadir la habitación. Aun siente en los dientes el metal rompiéndole los labios. 

El enorme rostro tiene una mueca que se asienta al exhalar. Un hilo de saliva desciende por su comisura. Parece sentirlo en su propia piel, pero es su lagrima que comparte la misma danza al respirar. Al sentir el hedor envejecido del tiempo craquelado.

No llora por despedirse del gigante, del monstruo. No llora por la perpetua soledad de su madre. ¿Es por la voz de entre su almohada?: “Acompáñame”, le dijo. “Como uvas colgantes cada tiempo, saborearemos los instantes de los lamentos”. ¿la invitación de cada noche?

Se seca las mejillas, no logra entender del todo su propio llanto. 

Se acerca al rostro de su padre y coloca la punta del cuchillo debajo de la oreja. Donde se expande la barba cana hasta el cuello. Lo sostiene firmemente como una estaca. Extiende el otro brazo sobre su cabeza y su palma recibe la luz de la luna. Es como una estrella fugaz que se hace presente para recibir un deseo, y que desaparece violentamente en medio de la oscuridad.

sonido 
Cria Cuervos - Porque te vas
 


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