Llega octubre obscurecido para sus plumas en luto, para sus
poemas en luto. Es él quien espera al poeta delirante parado sobre un umbral. Su
trino como una sentencia lo repite para sí. El cuervo con ojos de noches idas tiene
la llamarada extinta por sus licores de Baltimore.
Observa el sitial vacío cubierto de polvo, el trono de verso
para el bardo expulsado. Los libros de mil voces permanecen callados, el retrato
de la amada yace en el piso. El cuervo, como cada octubre siete, espera el
viento frio que estremece al halo vil de las ausencias.
Eleonora se consume bajo su sombra. Se acurruca en el
espacio desgastado por sus garras. Palas llora sabiéndolo mortal.
sonido
Mari Samuelsen - Timelapse
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