Ofelia cae bajo una crisálida. Un pequeño hogar parece
estar pegado al universo.
Como una caricia sus dedos recorren alrededor de sus
formas. Y le susurra su historia, y compara su piel como un capullo que también
la esconde.
“pronto aclarará el cielo” le dice “prométeme que tu si
renacerás”.
Siente que en la senda las luminosidades de las antorchas
empiezan a violentarse con sus animales de caza. Se acercan babeantes y
acusadores.
Y distingue a contra luz la silueta de un cuerpo aun sin
alas, la crisálida es un féretro para la promesa que nació muerta. La aberración
que las hermana también será su expiación.
La crisálida petrificada cuelga en la rama de un rosal cenizo,
la aurora se detiene en un rugir azulado. Ofelia es destazada en medio del vórtice
de fuego. La pausa eterna es contenida en una pupa que antes fue vorágine, que
fue sentencia y renacer.
Nadie alzará el vuelo esta madrugada.
No vendrán vientos futuros.
sonido
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